Cerca de cien sellos alternativos participaron de la tercera edición de la Feria Invierno organizada por El Gran Pez. Ante un panorama económico y anímico desolador, los editores participantes de este evento literario contaron a LA CAPITAL sus maneras de hacerle frente a la crisis del papel y destacaron la importancia del contacto directo con los lectores y sus colegas.
El invierno marplatense puede ser muy hostil. Cuando el frío húmedo entra por las ventanas y los días se vuelven más cortos, cuesta salir de casa. Sin embargo, hay ciertos eventos que logran sacarnos del encierro para buscar abrigo en otros lugares. Uno de estos espacios que ya se está volviendo un clásico muy esperado de esta estación es la Feria Invierno de editoriales independientes y cultura gráfica, que este año celebró su tercera edición durante los días 22 y 23 de junio.
El encuentro realizado en el foyer del Teatro Auditorium reveló la vitalidad y la diversidad cultural del mundo del libro en la región. Con cerca de cien editoriales independientes, artesanales y autogestivas, la feria ofreció una enorme variedad de estilos, temáticas y géneros, desde novelas y cuentos hasta poesía, libros álbum, cómics, pósters y fanzines.
Organizada por la librería y editorial El Gran Pez con el objetivo de consolidar y difundir en Mar del Plata los sellos independientes de distintos puntos del país, la feria permitió a sus visitantes llevarse tanto clásicos como joyas literarias de autores emergentes o piezas únicas e irrepetibles creadas por pequeños productores de la palabra, lo que evidenció el amplio espectro literario que se produce a nivel nacional.
Entre las numerosas propuestas, Bajo La Luna se destacó con una exquisita colección de poesía y narrativa con la que buscan publicar “la nueva literatura argentina”, mientras que La Parte Maldita expuso un catálogo cuidadosamente curado que incluye autores nóveles, rescates literarios y traducciones de escritores contemporáneos como Jamaica Kincaid.
Para los lectores en busca de ficciones provenientes de otras geografías, el stand de Empatía ofreció un campo muy poco trabajado en nuestro país: la narrativa africana contemporánea. “Nuestro objetivo es acercar la literatura africana al público argentino para fomentar una mayor comprensión de estas culturas, que uno las tiene como algo muy lejano y muy uniforme”, explicó Marcela Carbajo a LA CAPITAL.
Nocturna Editora, especializada en libros sobre psicoanálisis destinados a un público amplio, exhibió sus traducciones de Anne Dufourmantelle, mientras que Trapezoide, nacida en Tigre en 2022, trajo historias literarias sin finales perfectos, como la vida misma, en novelas como “La flor de eucaliptus” de Mariela Dorfman.
La poesía también tuvo un lugar predominante en la feria con, por ejemplo, la colección Cría de Cepes Ediciones, los libros de Es Pulpa -especializados en autores argentinos, latinoamericanos y españoles-, así como la revista Hablar de Poesía, vigente desde 1999, y su editorial independiente Odisea, dedicada a obras de poetas argentinos clásicos y contemporáneos.
Además, La Flor Azul y Madreselva ofrecieron libros sobre feminismo y teoría queer. En el caso de la primera de estas editoriales, que es oriunda de Mar Azul, también presentó su literatura sobre pueblos originarios, mientras que Nostalgia y Rebeldía, de Beriso, destacó con textos políticos anarquistas y pacifistas, elaborados con papel reciclado y técnicas artesanales.
Las editoriales especializadas en música como Gourmet Musical y Vademecum, y las colecciones de jazz de Letra Sudaca, también atrajeron la atención de los visitantes.
Las novelas gráficas, las historietas y los libros ilustrados participaron de la mano del sello marplatense Salamanca que rescata la estética del cómic nacional o de Estudio Mafia, un colectivo de autores de historieta y arte gráfico que imprime sus libros mediante técnicas de la estampa. Los pósters en serigrafía también sobresalieron en la feria, como el stand de Emiliano Aranguren y Santiago Moscardi, quienes exhibieron sus obras realizadas en su taller marplatense TEG Estudio.
Editar en tiempos de crisis
Durante la Feria Invierno, los editores independientes consultados por LA CAPITAL reconocieron estar atravesando un momento desafiante, en parte a causa de las limitaciones impuestas por un problema histórico para el mundo del libro: el monopolio en la industria del papel.
“Como todas las editoriales, nuestra principal problemática económica es el costo del papel, que se ha incrementado de manera significativa. Imprimir se ha vuelto sumamente caro en el último tiempo y no podemos trasladar estos costos a los precios de los libros, porque sería imposible venderlos”, destacó Marcela Carbajo, de Empatía.
Miguel Valverde, de Bajo La Luna, subrayó que “el aumento de costos del papel y de todos los insumos no solo nos afecta a nosotros, los editores, sino también a los lectores, cuyos ingresos ya no alcanzan para comprar libros“. Y agregó: “Pensemos quiénes son los que compran libros nuevos en Argentina. Es la clase media universitaria, formada, con interés por la cultura. En general, la clase alta no compra nuestros libros; la clase baja no puede”. La situación actual es “grave” para Valverde: “Lo peor de todo es que ya lo habíamos pasado con Macri, pero con Macri fue en términos de cuatro años. Ahora la caída de las ventas es brutal porque se da en el término de seis meses”.
Mariano Gigena, de Homofaber, señaló que “en el sector del libro cayeron aproximadamente un 40% las ventas, según datos relevados en la Feria del Libro de Buenos Aires”. A la preocupación por la caída de las ventas, Daniel (promotor de La Parte Maldita) sumó “el ataque directo a la cultura como un todo homogéneo por parte del actual gobierno”.
Federico Dipilia, de Estudio Mafia, añadió que además del desafío económico, hay un impacto en lo cultural: “Lo anímico afecta mucho a lanzarse a consumir cultura, porque paradójicamente la cultura es el sostén, más que nada, en estos momentos y asimismo ese consumo se siente atacado. Cuando digo lo anímico es porque hay muchas políticas culturales de gobiernos como este que van directamente a atacar el estado de ánimo de la gente. El cierre del Incaa o de los medios públicos corresponde a una estrategia comunicacional y económica que, a mi modo de ver, busca afectar el ánimo. Un pueblo deprimido y sin esperanza de un futuro posible se refleja en todos los sentidos”.
Feria Invierno, un espacio de encuentro y resistencia
A pesar de este panorama desalentador que se repite en el análisis de los entrevistados, la participación en la feria fue percibida como una oportunidad de encuentro, diálogo y apoyo mutuo. Invierno “afianza el vínculo entre colegas y es una puesta en común de las experiencias que estamos viviendo”, señaló Daniel (La Parte Maldita).
Además, destacaron que las ferias permiten el contacto directo y humano entre el productor del libro y el lector. En ese sentido, desde Bajo La Luna consideraron que son “momentos cruciales para establecer una relación de fidelidad con los lectores. Participar de esta feria vale la pena incluso si las ventas no siempre son las esperadas”. “Siempre es bueno encontrarse cara a cara con el público más allá de las redes sociales”, coincidieron desde Nostalgia y Rebeldía.
Aranguren y Moscardi destacaron la alegría, la esperanza y el sentido de comunidad que surge al reunirse con otros creadores y con los lectores. Emiliano comentó al respecto: “Por el momento en que vivimos, a pesar de todo, desde nuestra perspectiva siempre hace falta un poco de color, de reunirse y debatir. Ver que la gente sigue apostando a la cultura, compra libros e impresiones nos llena un poco el alma”.
Las ferias, entonces, no son solo un espacio de venta directa, sino también un lugar de encuentro creativo y de contención emocional para los productores del libro, al permitirles conocer nuevas ideas, buscar estrategias para sobrellevar las adversidades económicas y renovar su compromiso con la cultura. Para el público amante de la literatura, estos espacios ofrecen, a su vez, una oportunidad única de explorar propuestas alternativas a las grandes casas editoriales y conocer una bibliodiversidad hecha a medida de cada lector.